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HISTORIAS DEL RIF: La Cantinera de Dar Drius

Para cualquier jovenzuelo aficionado a la novela futurista que leyera el Juego de Ender allá por la mitad de los 90 del siglo pasado, el advenimiento de internet unos pocos años después pudo suponer un verdadero hito, como me sucedió a mi, al ser espectador y partícipe a la vez en tiempo real de la puesta en marcha de forma global de una herramienta digna de la mejor ciencia-ficción que parecía estar llamada a hacer realidad aquel instrumento que Orson Scott Card otorgó a los hermanos de Ender en la novela para conseguir llevar a la Humanidad a un nuevo estado de evolución y progreso basado en la pura y simple capacidad oratoria de «Locke» y «Demóstenes», transportada hasta el último rincón del globo a través de ese innovador concepto de «las redes informáticas» (aunque «Neuromante» se publicó antes, lo se, pero yo me la leí después).

Teniendo en cuenta que hasta ese momento, todos los actos de evolución de la Humanidad hacia un nuevo estadio de progreso cósmico se reflejaban en mi cabeza en la agorafóbica claustrofobia bajo las «Bóvedas de Acero» de una Tierra destruida por la radiación salidas de la pluma de Asimov, en la traumática y aún espeluznante transición apocalíptica narrada por Clarke en «El Fin de la Infancia», o en la somnífera y soporífera a la par que fascinante y psicodélica versión cinematográfica de una visión similar de ese salto a un nuevo estadio evolutivo realizada por Kubrick sobre el relato del mismo autor en la archifamosa (e incompresible) «2001 Odisea en el espacio», aquella transición de la humanidad relajada y tranquila que acompañaba las andanzas de Ender (y que se zamparon completamente en la adaptación cinematográfica) provocada por un par de primitivos trolls de internet convertidos en influencers de megaéxito, se antojaba una opción mucho más interesante que la de ver desaparecer físicamente a la Humanidad para dejar paso a la nueva Humanidad habitual en la ciencia-ficción «dura» tradicional.

Trascender sí, pero no tanto.

Sobre todo, porque estaba en nuestras manos vivirla, crearla, y formar parte de ella en un instante en el que todo Internet era campo y todas las opciones eran plausibles para conseguir de una vez por todas llevar a la Humanidad hasta la Edad de Oro soñada desde los albores de nuestra razón.

Pero 30 años después, aquella interconexión de la Humanidad como una red neuronal nueva y fresca en una nueva Era de la Información y la Comunicación, con capacidad de sacarnos del pozo de miseria en que hemos convertido la Tierra y llevarnos hasta el infinito y más allá, solo ha conseguido traernos ese otro infinito que parece ser la capacidad del ser humano de regodearse en su egoísmo de la forma más absurda y deletérea para nuestra propia existencia, tanto física como espiritual, con el incomprensible objetivo de destruirnos a nosotros mismos de una vez por todas, sin necesidad de núcleos pesados de plutonio reventando en cadena y desatando el Apocalipsis, a base de unas extrañas armas de enajenación y desintegracíon mental que ningún autor de ciencia-ficción pudo jamás soñar: whatsapps y tiktoks. Mucho más efectivos, discretos y baratos que construir la Estrella de la Muerte, por supuesto.

Pero en este pozo de inmundicia que se han convertido las «redes informáticas», donde el egoismo campa a sus anchas de mano de la estupidez y la indigencia mental, camino del triunfo absoluto de la mediocridad más retrógrada, todavía encuentra uno espacio para descubrir que entre el inmenso torbellino de desperdicios execrables que devora cualquier posibilidad de emplear la la red de redes para el bien, maelstrom de ruido y agonía neuronal que no permite a veces ni pararse a pensar, existen todavía pequeños remansos de paz, ausentes de ruido, entre los que poder rescatar algún que otro pedazo de información interesante.

Y mientras vagaba en uno de estos viajes de descubrimiento atravesando marañas de terabytes de información inútil y repetida hasta la saciedad sin sentido aparente alguno (curiosamente, como nuestro propio ADN) presa del agotamiento y el desánimo, en pos de encontrar algún detalle nuevo que me permitiera afinar el trabajo de modelado de los Camiones Protegidos que tomaron parte en la Guerra del Rif tras el Desastre de Annual (que, como se entenderá, es mi preocupación principal en estos momentos, y uno de los temas actuales de este blog, independientemente de mi barroca verborrea sobre lo humano y lo divino), di por casualidad, en un pequeño rincón de una vieja página de periódico de una cabecera ya olvidada, con una breve noticia en la que había una pequeña mención a una salida de «camiones blindados» del 17 de abril de 1923 en busca de una joven secuestrada:

Los rebeldes se apoderaron de la joven, huyendo con ella por la puerta posterior de la cantina. parece que el acceso de los rebeldes a la cantina le gué facilitado por una mora que desde hace algún tiempo se hallaba al sevicio de la familia de Isabel.
Como ésta demandara socorro al se conducida violentamente por los malhechores, inmediatamente salieron de dar Drius fuerzas de la policía indígena y camiones blindados, llegando hasta Tamasusin, sin conseguir dar con los autores del secuestro.

Aquella noticia me parecía digna de una peli de acción de los 80, con el Sargento Rancaño a los mandos del CP nº1 Federal quemando rueda en las pistas del Rif en pos de la joven secuestrada, atravesando hordas de rifeños incapaces de ajustar un solo tiro en el vehículo de nuestro héroe, como gloriosos Centauros del desierto, para traerla de vuelta y enamorarse perdidamente en un maravilloso final feliz, en lugar de quedarse ante el quicio de la puerta sin poder sobrepasarlo, como el fantasma interpretado por John Wayne.

Ya están tardando en hacer el remake

Pero entretenido en otras cuestiones más acuciantes, la historia de la joven secuestrada se ha mantenido en espera en un rincón activo de mi obsesiva cabeza hasta que, leyendo el fantástico libro de la «Historia secreta de Anual», de Juan Pando, vino a mi otra de esas escenas tan peliculeras que ofrece repasar los hechos que rodean a Annual:

Juana Martínez cruzando el río Igan en plena desbandada, montada en un sidecar arropando a un herido, atravesando el fragor del fácil pim-pam-pun de los tiradores rifeños y la masacre desatada por niños y mujeres rematadores sobre los enajenados soldados para huir hacía Monte Arruit donde se convertiría en una heroína para la Historia.

La historia de Juana Martínez es bien conocida (si alguien está interesado y no tiene ganas de leer, aquí tiene un bonito documental ), pero a raiz de la imagen de aquella cantinera cruzando el Igan en un sidecar y buscando más información acerca de lo que pudo ser de ella tras aquel caos absoluto, encontré varias referencias a otras cantineras y cantineros de la época, que de miguita en miguita cual Pulgarcito siguiendo la pista, me condujeron de vuelta hasta la joven secuestrada en Dar Drius de aquella noticia relacionada con los camiones protegidos, que no era otra que la joven Isabel, hija de la cantinera de Dar Drius, Inés.

La historia, tristemente fatídica, de una más del grupo de prisioneros que estuvieron recluidos en Axdir, la fortaleza de Abd el-Krim, es interesante no solo porque es una historia trágica de esas que nunca se escriben en los libros de Historia junto a los discursos grandilocuentes de los políticos ni las hazañas bélicas de los comandantes militares o los actos heróicos de la tropa, sino porque es además parte de la historia de esos otros prisioneros del caudillo rifeño que también fueron olvidados.

La fortaleza de Abd el-Krim en Axdir

A diferencia del General Navarro y los afortunados supervivientes que le acompañaron en su cautiverio, quienes fueron liberados en enero de 1923 tras las gestiones de Echevarrieta, hubo otro buen puñado de prisioneros que fueron acumulándose en aquel reducto en los años siguientes, como en el caso de Isabel, hasta su liberación definitiva en 1926 tras la derrota de Abd el-Krim.

Prisioneros que provenían en gran medida aquel otro desastre que fue la Retirada de Chauen. Uno más de esos episodios incomprensibles que rodean al Protectorado español. Con el Dictador Primo de Rivera ordenando un repliegue sin orden ni concierto, la exitosa ofensiva de Abd el-Krim que le haría crecerse hasta el punto de decidirse a atacar a las tropas Francesas, el enorme cabreo de los mandos africanistas ante el desastre, que llevó a Queipo de Llano, Franco y otros jefes a conspirar contra el Dictador General Presidente del Gobierno en un serio preámbulo de lo que sucedería 10 años después y la culminación de este despropósito en el Desembarco de Alhucemas. Desembarco que de haberse hecho ANTES del repliegue, quizás hubiera ahorrado miles de vidas y quién sabe, hasta una posterior guerra civil.

Otro desastre más, otro Annual, a menor escala dicen unos, otros que mucho mayor que el de Silvestre, que provocó un número de bajas incierto tras abandonar a su suerte a un número indeterminado de posiciones, con un número desconocido de prisioneros, cuyo número se redujo a 150 supervivientes en aquel verano de 1926 (según el historiador Payne, hubo 1500 muertos, 500 desaparecidos y 6000 heridos. Otros historiadores, como Balfour y Madariaga, cifraron las bajas entre 12000 y 18000, incluyendo enfermos y unos 3000 prisioneros. Fuente). Prisioneros entre los cuáles no había comandantes estrella dignos de un buen rescate como los de 1921, por lo que su valor para los rifeños probablemente sería muy escaso, de ahí el supuesto número de bajas tan elevado y la escasa atención que la historiografía les ha prestado (como a la Retirada de Chauén en general).

Rendición de Abd el-Krim (el segundo jinete, encapuchado). Fotografía publicada en El Sol, el 3 de Junio de 1926.

A pesar de que mis esfuerzos por intentar averiguar el destino de aquella joven secuestrada por el rebelde Burrahai (aunque él, lógicamente, se declarara inocente) y posteriomente vendida a Abd el-Krim, me han conducido con la esperanza de descubrir un final feliz de fecha en fecha hasta la liberación definitiva de los prisioneros que residieron en la vivienda-prisión del efímero Presidente de la República del Rif hasta su huida a territorio francés, entre aquel grupo de prisioneros liberados como despojos humanos, desgracidamente, no se encontraba Isabel, la hija de la cantinera de Dar Drius, de cuyo trágico final no ha trascendido más que aquella forma de informar de los decesos en la época: simplemente un, «dejó de existir».

Así que sirva esta cronología de la desgraciada historia de la malograda Isabel, para ilustrar la dura vida de los cantineros que acompañaban a los ejércitos, y de la mayoría de los civiles que tomaron parte en la odisea del Protectorado Español en Marruecos, como su madre Inés Céspedes, la cantinera de Dar Drius, la propia Juana Martínez, la cantinera de Batel, Francisco Baena cantinero de la misma posición, Cipriana Aza, la cantinera de Kandussi, Felisa López, cantinera de Larache o María Gómez Gil, la cantinera de Monte Arruit.


Campamenteo de Dar Drius. El hogar de Inés Céspedes y de su hija Isabel.
Que también hay decirlo ya que estamos: Si el desafortunado Navarro hubiera decidido hacerse fuerte y resistir aquí, en esta magnífica posición, en lugar de salir corriendo hacia su Perdición en ese sinsentido de Monte Arruit, quizás el final de Isabel hubiera sido diferente.

Telegrama del Rif, 15 de febrero de 1923

¿OTRO CANTINERO MUERTO?

Melilla, 15. – Se asegura que ayer mañana resultó muerto, a consecuencia de una agresión de los rebeldes, un cantinero de Dar Drius.


Telegrama del Rif, 25 de marzo de 1923

LOS CANTINEROS PRISIONEROS

Cipriana Aza, la cantinera aprehendida por los rebeldes en el campamento de Kandussi, y que según las primeras noticias se encontraba en el zoco de Tlata, ha sido trasladada á Beni Urriaguel.
Las confidencias aseguran que Cipriana se encuentra actualemente en Axdir, en poder de Abd el-Krim.
El cantinero desaparecido de Dar Drius se llama Francisco Baena y se encuentra en un aduar de la kabila de M’Talza.


Telegrama del RIf, 15 de abril de 1923

EL SUCESO DE DAR-DRIUS

Durante la madrugada de ayer unos malhechores, que sin duda habían queado ocultos, forzaron la ventana de una cantina próxima al campamento de Dar-Drius, llevándose a una joven de diecicoho años, llamada Isabel Céspedes, hija del dueño de la cantina.
Apercibidos los centinelas, dispararon varias veces sus fusiles sobre los ladrones.
La policía indígena ha practicado varias detenciones.
Ignórase el lugar á donde ha sido lelvada la desventurada Isabel.


Dar Drius con el «Café la Peña» en primer plano. Si la cantina de Inés Céspedes tenía nombre, no ha trasdencido.

El Telegrama del Rif, 17 de abril de 1923

EL SECUESTRO DE LA JOVEN ISABEL

Se conocen nuevos informes de la forma en que varios moros rebeldes de M’Talza llevaron a cabo el secuestro de la joven Cantinera Isabel Céspedes. El hecho ocurrió entre una y media y dos de la madrugada, siendo ocho los malhechores, quienes amparándose en la oscuridad, consiguieron internarse sin ser vistos en la posición de Dar Drius, penetrando en la cantina donde se hallaba la joven Isabel. Para ello violentaron la puerta de dicho establecimiento.
Con Isabel estaban su madre, dos hermanos y un sobrino.
El hermano mayor de Isabel, al darse cuenta de la presencia de los cabileños, trató de ahuyentarlos, arrojándoles varias botellas en tanto que su madre se lanzaba fuera de la cantina en demanda de auxilio.
Unva vez en la cantina los rifeños, hicieron varios disparos sobre el hermano mayor de Isabel, sin hacer blanco.
Los rebeldes se apoderaron de la joven, huyendo con ella por la puerta posterior de la cantina. parece que el acceso de los rebeldes a la cantina le gué facilitado por una mora que desde hace algún tiempo se hallaba al sevicio de la familia de Isabel.
Como ésta demandara socorro al se conducida violentamente por los malhechores, inmediatamente salieron de dar Drius fuerzas de la policía indígena y camiones blindados, llegando hasta Tamasusin, sin conseguir dar con los autores del secuestro. Cerca de dicha última posición detuvieron a ocho indígenas sobre quienes recaen sospechas de que puedan hallarse complicados. En dicho trayecto se observaron algunos regueros de sangre. Uno de los indígenas detenidos llevaba una guerrera de Ingenieros, chilaba y vendas alpinas.
Informes recibidos a última hora aseguran que la joven Isabel Céspedes, se encuentra prisionera en un aduar de Ulad Dris. Se sabe que dos de los indígenas que tomaron parte en la aprehensión de la desventurada joven resultaron heridos á consecuencia de los disparos hechos por las fuerzas de la posición indígena que salieron en su persecución.
Al día siguiente, o sea el 14 , el gum llevó a efecto un registro en los aduares sometidos fronterizos á la zona enemiga, incantáudose de cinco carabinas Mauser, 20 fusiles Mauser y 19 Remington, dos cajas de dinamita y unos mil cartuchos. Toda la cartuchería y parte de los fusiles estaban enterrados.


El Telegrama del Rif, 21 de abril de 1923

SOBRE EL SECUESTRO DE LA CANTINERA

Se tienen noticias de que por la Policía indígena del campamenteo de Dar Dríus, se ha hecho presente á los rifeños afectos de aquellas kabilas, que la cantidad que exijan los rebeldes por el rescate de la joven cantinera Isabel Céspedes, habrán de abonarla ellos, á fin de que en lo sucesivo eviten las incursiones del enemigo.


El Sol, 21 de abril de 1923

EL RESCATE LO PAGARÁN LAS CABILAS

Esta mañana se dijo que la cantinera de Dar Drius Isabel Céspedes, había sido rescatada.
El rumor no está confirmado. En Dar-Dríus se dice que el importe del rescate de Isabel y de otros cautivos lo pagarán las cabilas donde fueron aprehendidos, a fin de que los cabileños sometidos impidan las incursiones del enemigo.


El Heraldo de Zamora, 19 de abril de 1923

LA CANTINERA ISABEL CÉSPEDES, EN PODER DE ABD-EL-KRIM

Melilla 18. – El caid Beni Said Amarusen, llegó M’Talza con el propósito de rescatar a la cantinera Isabel Céspedes, propósito que no pudo realizar por haber sido vendida la cautiva por Burrahai a Abd-el Krim en ocho mil pesetas.
La cantinera se hayya en Axdir.


El Telegrama del Rif, 27 de abril de 1923

UNA CARTA DE BURRAHAI

Según nuestros informes, en la Oficina de la policía indígena de Dar Drius, se ha recibido una carta del cabecilla rebelde Burrahai.
Este manifiesta en su misiva que no ha tenido intervención alguna en el secuestro de la cantinera Isabel Céspedes, limitándose tan sólo á entregar a los indígenas que la raptaron, la cantidad de mil seiscientas pesetas.
Manifiesta por último, que realizará cerca de Abd-el-Krim algunas gestiones con objeto de rescatar á la joven Isabel para entregarla á la oficina de policía de Dar Drius.
Como es sabido, el hermano de Burrahai fué detenido el mismo día de ocurrir el rapto de la cantinera.


La Época, 27 de abril de 1923

LA ACCIÓN DE ESPAÑA EN MARRUECOS
[…]
Se acordó que todas las noticias referentes á Marruecos sean sometidas á la previa censura.
En ia Oficina indígena de Dar Drius se ha recibido otra carta del jefe rebelde Buharrai, en la cual manifiesta que él no ordenó el secuestro de la cantinera Isabel Céspedes, y que se limitó á comprarla en 1.600 pesetas á varios rífenos que no son de su banda.
Dice que gestionará de Abd El Krim la devolución de lá cantinera, con objeto de que se liberte á su hermano, detenido en Dar Drius.


El Telegrama del Rif, 28 de abril de 1923:

EL CANTINERO BAENA Y LA JOVEN ISABEL CÉSPEDES

Se están llevando á cabo gestiones encaminadas á conseguir el rescate del cantinero de los baracones de Intendencia de Dar Drius, Francisco Baena, y de la joven también cantinera del mismo campamento, Isabel Céspedes.
Según las noticias que se tienen del paradero de ambos, parece confirmarse que la desgraciada joven se encuentra en Axdir, en poder de Abd-el-Krim, y en uno de los aduares de Metalza, Francisco Baena.
Se ha hecho saber á todos los kabileños afectos de las inmediaciones de Dar Drius, que las cantidades que los rebeldes exijan por la devolución de los mencionados cautivos, habrán de abonarlas ellos, á fin de que en los sucesivo cuiden de evitar nuevas incursiones de los insometidos.


En el Defensor de Granada, 23 de mayo de 1923

NOTICIAS DEL PEÑÓN

Se ha efectuado convoy al Peñón de Alhucemas.
—Confidencias recibidas en la plaza, procedentes de Axdir, afirman que continúan, en dicho lugar y en casa próxima a la que habita Abd el Krim, la cantinera y cantinero, Isabel Céspedes y Francisco Baena


En el Telegrama del Rif, 29 de junio de 1923

LOS PRISIONEROS DE AXDIR

Viajeros llegados de Alhucemas comunican que los pasados días fueron visto desde la isla, los españoles que se hallan prisioneros en Axdir.
Según las refereidas noticias, además del cabo de la Compañía de Mar, Alfonso Pérez, y motorista Antonio Rojano, se hallan ocupados en los trabajos de construcción de una carretera, el cantinero de Dar Drius Pedro Baena, y un soldado que fué hecho prisionero hace algunos meses.
También se han visto en una ocasión a la joven cantinera Isabel Céspedes y otra mujer de bastante edad, que también fué hecha prisionera hace algún tiempo en Dar Drius.


La «casa de los huéspedes» de Axdir donde presumiblemente moraban Isabel y el resto de mujeres y niños prisioneros. Publicada en el Sol el 3 de Junio de 1926.
Que también te lo digo: parece que la foto la han escaneado por teléfono o con un scaner a pedales de los tiempos del heliógrafo.

En el diario la voz, 11 de Septiembre de 1923

HABLANDO CON LA MUJER A QUIÉN LOS MOROS ROBARON SU HIJA

En una de esas casas de corredor madrileñas que la mayoría de los lectores han visto sólo én el teatro sirviendo de marco a los personajes de D. Ramón de la Cruz o de D. Ricardo de la Ve-ga, y que muchos creíamos des-aparecidas por completo, hay en estos momentos una triste mujer de interesante historia. Es Ia cantinera de Dar-Drius, Inés Céspedes. Hállase acogida a la caridad de un matrimonio, personas sencillas y buenas. Fuimos a buscar en el rincón de un corredor de la calle de Méndez Alvaro, núm. 24, a la cantinera Inés Céspedes,. para oir de sUS labios, balbucientes de emoción, las causas de su honda pena.

LA ATRACCION DEL MAR
Nos dijo Inés que había nacido y vivido en Cartagena, hasta que un día su marido, José Mateo, le propuso ir en busca de una tierra que fuera con ellos más generosa que la que los había visto nacer. Habían traído ya a la vida un segundo hijo; el jornal no era muy abundante, y las necesidades de la vida empujaban. Y con el dolor de quien desgaja de sí algo, pero con decisión y esperanza, partieron. Para los necesitados del interior de España, los grandes centros, especialmente Madrid, tienen una sugestión enorme; para los del litoral, el mar es, más que sugestivo, alucinante. Y esta sugestión, en los días de escasez y de hambre, tiene todo el imperio del mandato. Con la cabeza baja, qué es la actitud del que obedece, salen a diario de nuestra Península muchos seres que no vuelven y que allá en tierras lejanas van tejieno la tragedia de su vida vulgar. El lugar preferido generalmente es América. En el caso de la cantinera de Dar-Drius, por escasez de medios, lo fué Oran.

DIEZ Y SEIS AÑOS DE LUCHA

Nos cuenta Inés Céspedes que en la posesión francesa la vida, si no les fué, ni mucho menos, lo amable que en su sueño se habían prometido, fué lo suficiente tolerable para vivirla sin desesperación. El marido trabajaba y ella vendía por las calles todo lo que por las calles se puede vender. Los hijos iban criándose, y a medida que se hacían mayores, comenzaba a crecer en el matrimonio el afán de reunir algún dinero. El propósito y la ambición se concretaba en tener una tienda. La venta ambulante había despertado en ella rudimentario espíritu mercantil, y se sentía con fuerza para mayores empresas.

Céntimo a céntimo comenzó el ahorro, y fué creciendo muy lentamente. Aun no era nada cuando el marido enfermó y murió. Habían pasado desde la llegada a Orán diez y seis años. Habían nacido dos hijos más, y los ahorros eran harto insignificantes aún. El balance para la pobre Inés seguía siendo desastroso.

LA VUELTA A LA PATRIA

La soledad, la tristeza y un poco el amargar del desengaño hacen por lo general a los que emigran volver los ojos a las cosas más íntamente propias, como el idioma, los lugares en que se pasó la niñez, o se busca lo análogo. La cantinera, muerto su marido, se sintió empujada hacia España. Perduraba en ella, sin embargo, el temor de volver a días difíciles, que si lo fueron viviendo el esposo, más hablan de serio ahora. Algo había llegado a su noticia de que españoles buscaban suerte en la zona española de Marruecos. La guerra, con los grandes contingentes de hombres que consumen en abundancia y pagan sin regatear es lo más apropiado para el comercio en pequeña escala. Tras de los ejércitos van Infinitos vendedores, y aunque el riesgo es grande, la ganancia es tentadora. No hace falta más que algún valor, e Inés lo tenía. Un ligero examen de las posibilidades, un recuento de los escasos ahorros y nueva salida en busca de la fortuna.

EN NADOR. LA SUERTE SE ACERCA

Una corta estancia en Nador dedicada a la venta ambulante de Vinos y comestibles, ayudada por sus hijos Manuel, José e Isabel, acercaron a Inés a lo que habíaa sido desde muchos años atrás su aspiración. En Dar-Dríus, un hombre apodado el «Aragonés» arrendaba una cantina. Se cerró el trato y se entregó el valor de las existencias. Se convino el alquiler en 100 pesetas mensuales. El sueno de Inés Céspedes se había logrado. El negocio era grande; las ventas, numerosas, y ahora si que el montón del ahorro crecía y crecía con rapidez. Todos los de las casa se mostraban satíafechos. Así se pasaron en plena prosperidad nueve meses. Una noche…

SE DESAROLLA EI DRAMA

— Nos habíamos acostado — dice la cantinera — después de cerrar la cantina y haber hecho el recuento de las ventas. Llevé el dinero a reunirse con unos miles de pesetas que ya guardaba en mi colchón. Nos disponíamos a dormir, cuando noté que rompían las tablas de la parte trasera de la cantina. Tan rápidamente abrieron un hueco y entraron por él ocho moros, que apenas tuve tiempo para tirarme de la cama en camisa. Los moros habían penetrado donde tenia yo el género y los enseres. Sin mirar otra casa que la defensa de mi vida, y más aún la de mis hijos, me abalancé a los bandidos para luchar con ellos. Me golpearon bárbaramente, me arrastraron por el suelo, y en él me dejaron totalmente desnuda, sin sentido, con heridas en las piernas y en las manos. Mi hija Isabel, de veinte años, acudió en mi defensa. La vi llegar antes de caer sin conocimiento. Se la llevaron los moros… Un sollozo contenido corta el relato que nos hace Inés. La dolorida madre sigue luego: —Mis hijos, Manuel, de veinti dós años, y José, de diez y seis, y un sobrino mío acudieron también a defenderme. ¿Qué habían de hacer ellos contra ocho bandidos? Los moros entraron en la cantina y la saquearon, y huyeron llevándose todo lo que constituía mi fortuna, y, lo que es aún peor, a mi pobre hija. Me acuerdo de ella a todas horas… No me deja vivir… Cuando las fuerzas del «gum» llegaron ya hablan desaparecido los moros y no los pu-dieron coger. A mi me recogieron y me llevaron al hospital. Estuve un mes, más que por las heridas, porque había, perdido la razón, según me dijeron al sacarme. Era verdad que estaba loca. Yo misma pude darme cuenta después.

«¡MI HIJA! ¡QUIERO QUE ME DEVUELVAN A MI HIJA!»

Cuando me puse mejor — continuó la cantinera — y me di cuenta de mí misma y de lo que había pasado, no pensé más que en que me devólvieran a rni hija. Lo que llegué a creer un momento que era mi fortuna había desaparecido, y resignada estaba a darlo por perdido. Trabajaría otra vez para vivir; acostumbrada estaba. Pero sin mi hija no quería quedarme. Eso, de ningún modo. A eso no me resignaba.

En Melilla he estado desde últimos de mayo. He preguntado al comandante general y a cuantas personas he podido el paradero de mi hija, que no es, como han dicho los periódicos, Isabel Céspedes, si no Isabel Mateo Céspedes. Nadie me daba razón, nadie sabia nada.

— ¿Y no ha vuelto usted a tener noticias de su hija? —le preguntamos.

— Sólo sé por lo que he leído en los periódicos, que está en Bocóya. Directamente de ella no he vueIto a tener noticia ninguna.

COMIENZA EL, EXODO

Sin recursos y sin fuerzas para el trabajo, entregada completamente a la obsesión de buscar a su hija, llegó la pobre Inés a carecer de todo. Sus hijos, también dominados por el dolor y desorientados en cuanto al medio inmediato de reconstituir el hogar, tampoco resolvían. Una sobrina de Inés llamada Josefa Nieto, compadecida de la situación, recogió a todos en su casa de Melilla. — Como las preguntas que yo hacía en Melilla — dice la cantinera — no tenían resultado, ni las gestiones que me me prometió hacer el alto comisario tampoco, decidí venir a Madrid y llegar hasta el Rey. Me era preciso intentarlo todo para recobrar a mi hija, sin la que no puedo vivir…
El comandante general me facilitó billete hasta Cartagena, y allí, pidiendo por caridad a algunos amigos, continué el viaje a Madrid, sin más dinero que el preciso para llegar y sin saber adónde dirigirme.

EN MADRID

— Cuando usted llegó a Madrid — le preguntamos —, ¿no sabía usted adónde ir?
— No, señor — nos contestó—. Venía a Madrid a intentar el rescate de mi hija, y no había pensado en más. Mi vida misma me importaba poco. Traje a mi hija pequeña (y al decirlo, acaricia la cabecita de una nena de cinco o seis años que está a su lado en pie). ¿Qué seria de ella separada de su madre? En la estación me dieron noticia de este matrimonio y unas señas de la casa, equivocadas. Me dijeron que era calle de Méndez Alvaro, número 14, y el número es el 24. Como habrá usted visto, no era fácil de encontrar. Estuve toda la mañana dando vueltas, hasta que un cartero me trajo a la casa. La casualidad de preguntar al cartero de la calle. — Y aquí está, señor — dice la esposa de Ginés Meca, en cuya casa está recogida la cantinera —, desde hace ocho días. Y con acento dolorido, en que se mezclan la compasión y la angustia, añade: — Nos juntamos con esta señora y su hija once a comer y a vivir, y mi marido está empleado en los talleres de la estación del Mediodía, y gana once pesetas de jornal. Aquí llegó. Somos paisanos. ¡Su historia nos dió tanta Lástima!… Y mi marido le dijo que se quedara en casa.

CONTINUA EL EXODO

— En los ocho días que llevo. en Madrid—dice Inés—, ¡hemos dado tantos pasos! Al Rey le llevamos hace días un memorial, que dejamos en Mayordomía. Todavía no nos han contestado. Al ministro de Estado también le hemos escrito. Y lo peor es que los días pasan, y nosotros no podemos resistir más. No tenemos cómo.
— ¿Usted cree — nos dice al cabo de un rato la esposa de Ginés Meca — que esto tardará macho en resolverse?
Nos hacemos cargo de todo lo que la pregunta lleva en sí, y nos reservamos la respuesta con un movimiento de cabeza, pensando con dolor en toda la tragedia del hogar humilde que ve su presupuesto aumentado por encim. de lo que puede resistir.

LO QUE PIDE LA CANTINERA

La cantinera, a quien rogamos que nos concretase las peticiones que pensaba hacer, nos dijo en síntesis:
— Quiero rescatar a mi hija; que me proporcionen medios para que yo pueda desde Uxda hacer gestiones y me prometan que en Melilla tendrán órdenes para pagar el importe del rescate. Desde lo zona francesa, yo me entenderé con moros que puedan llegar adonde mi hija está y gestionar su compra o robarla. Si yo tuviese ahora el dinero que tenía en mi cantina, yo no pedirla nada; haría yo sola las gestiones de rescate, y lo conseguiría…
La cantinera de Dar-Dríus cree que el asalto a la cantina se llevó a cabo con conocimiento de las costumbres de los cantineros y en posesión de cuantos datos pudieran interesar a los asaltantes.
— Poco tiempo después de haberme establecido — decía la cantinera —, apareció por allí una mora que no tenía qué comer, y a la que dábamos pan y comida. A cambio de esto, ella nos lavaba la ropa todas las semanas. La semana en que ocurrió el asalto nos había dejado la ropa en jabón, y hacía dos días que ni recogía el pan.

LA NIÑA TIENE MIEDO A LOS MOROS

Pepita, la hija de seis años que Inés ha traído consigo, ha oído lo que hablábamos callada; pero ahora habla ella también, con vocecita tierna y asustada. Ella no quiere marcharse de Madrid, no quiere volver con los moros.
En la imaginación de la niñita está fijo el recuerdo de la noche del saqueo. Ella, escondida en un rincón, lo vio todo. Cuando oye a su madre relatar la escena, abre mucho los ojos y deja asomar por ellos el espanto. Después dice que ella no quiere ver a los moros más.
— ¡Nena! ¡Si vas con tu mamá ! — le dice cariñosamente la esposa de Meca —. Yendo con tu mamá, no te hacen nada.
Pero ante la imagen de los moros («no quiere verlos ni en los retratos de los periódicos», dice Inés), la pobre nitia ha perdido hasta la firme seguridad infantil de que la madre es amparo de sobra para desafiar todos los peligros. Y repite, llorando casi:
— ¡Yo no quiero ir otra vez con los moros! ¡Yo no quiero ir otis vez con los moros!…

Inés Céspedes, madre de la cantinera de Dar Dríus, Isabel, prisionera de Abd-el-Krim, con su otra hija. Ha venido a solicitar del Gobierno que se busque el medio de rescatar a la prisionera.

FINAL

He aquí la tragedia de esta madre española, que llora a su hija perdida en la inhóspita tierra marroquí. Junto a ella, para que todo sea representativo, se desarrolla la otra tragedia, la del hogar es pañol humilde, que sacrifica a sus sentimientos de bondad más de lo que puede. ,
Vea la Sociedad, el Estado, si no merece que se enjuaguen las lágrimas de esa desventurada mujer ¡Son tantas las madres que lloran hijos perdidos en Marruecos para siempre, que bien vale algún esfuerzo secar los ojos de una de ellas cuando se pueden secar!

ANGEL S. SALCEDO


La Prensa, 1 de noviembre de 1924

CAUSA CONTRA UN MORO Y UNA MORA.

Se ha celebrado en Melilla la vista de la causa contra un moro y una mora, supuestos autores de los robos cometidos en el mes de Abril del pasado año en la cantina del campamento de Dar Drius, donde sé hallaba la cantinera Isabel Céspedes, que fué raptada por los cabileños y llevada a Axdir.
El juez, teniente coronel Lerduy, leyó un apuntamiento voluminoso.
De esa lectura so desprende que la noche de autos, un grupo de moros voolentó la entrada en la cantina que habitaba Inés Céspedes con su hija Isabel y otros dos hijos, y después de sostener lucha, durante la cual hicieron varios disparos los moros, éstos se llevaron a Isabel, a quien para separarla do su madre arrastraron por los cabeIlos. Los ladrones, con Isabel, pasaron por delante de varios centinelas, y alguno de éstos disparo sobro los bultos, Ignorando lo sucedido. Uno de esos centinelas declaró’ que habla oído una voz de mujer que decía:
—Paisa, no tirar. Los ladrones pertenecían a la partida que capitaneaba el cabecilla rebelde Burrahai.
Súpose pocos días después que la Joven habla sido vendida a Abd-el-Krim en 1.600 pesetas. y trasladada a Axdir, donde continúa cautiva.
Tres días después la Policía Indígena detuvo a los dos moros, hoy encartados; sus compañeros de fechoría, hasta el número de 12, han sido declarados en rebeldía.
En el acto del Consejo, Inés Céspedes, la cantinera, ha reconocido al procesado como uno de los autores del rapto, y que luchó con ella, arañándole la cara, cuando Inés defendía a su hija. Durante la diligencia sufrió Inés un ataque nervioso. El fiscal ha pedido para ambos procesados la pena de reclusión perpetua e indemnización. Los defensores han solicitado la absolución por falta de prueba. Supénese que la sentencia será condenatoria para el moro, que acaso absuelva a la mora.


En el Telegrama del Rif, 25 de junio de 1925

POR EL ASALTO A UNA CANTINA DE DAR DRIUS

En el supremo
Madrid 23. – En el Consejo Supremo de Guerra y Marina se ha visto la causa instruída y fallada contra el indígena Ben Mohamend Si Ahazal y la mora Arkia Ben Akalk.
Presidió el general Carbó, acutando de fiscal el general Piquer, y de defensores del indígena el teniente de Artillería Don José Arbizu y de la mora, el capitán de Cabllería don Fernando Méndez.
El secretario relator dió lectura al rollo en el que se relata el asalto a una cantina del campamento de Dar Drius, propiedad de Inés Céspedes.
En el consejo de guerra celerado en Melilla fué condenado Mohamend a cadena perpetua y absuelta la mora.
El Comandante General y el auditor se conformaron con la sentencia, pero recomendando, por la gravedad de la misma, que pasara al Supremo.
El fiscal, en su escrito, sostuvo hoy que de los dos dos procesados son culpables de un delito de violencia, definido en el artículo 313, del Código Penal, con agravante.
Pide cadena perpetua para los dos procesados, conmutándola a reclusión de la mora, en atención al sexo.
El defensor del indígena procuró demostrar que su defendido no intervino en los hechos de autos.
El capitán Méndez sostuvo el criterio del consejo de guerra de Melilla, pidiendo la ratificación de la sentencia dictada entonces para su patrocinada.
La causa quedó conclusa para sentencia.


En el Telegrama del Rif, 16 de diciembre de 1925

LO QUE REFIEREN UNOS EX-CAUTIVOS

[…] Hace poco más de un mes han dejado de existir los dos frailes de las misiones de Tetúan, la joven cantinera de Dar Dríus Isabel Céspedes, otro cantinero del mismo campamento y la madre de otra cantinera de Ceuta.
CIpriana, la cantinera de Kandusi, disfruta de buena salud y lo mismo el motorista de la Compañía de Mar, Antonio Tojano […]


En el Telegrama del Rif, 6 de enero de 1926

LETRAS DE LUTO

Por noticias recibidas por la familia, se sabe que ha fallecido en el cautiverio la infortunada joven Isabel Mateo Céspedes.
Como se recordará, la desventurada Isabel fué hecha prisionera por los harqueños, al ser asaltada la cantina que su madre Inés Céspedes Saura, tenía establecida en el campamento de Dar Drius.
En sufragio del alma de la finada, se dirá una misa, mañana jueves, a las nueve, en la iglesia del Sagrado Corazón.
Descanse en paz la joven Isabel Mateo, y reciba su apenada familia nuestro sentido pésame.


En el Defensor de Granada, 15 de enero de 1926

Convencidos de la impotencia de los esfuerzos que han intentado oponer al avance de las tropas españolas, los rifeños se encaran resueltamente con el administrador de Abd-el Krim, haciéndole ver la triste situación a que les ha llevado el egoísmo sórdido de quien explotó ciegamente a los rifeños para llevarles a una lucha estéril e impotente.
Durante los primeros días del victorioso avance de las fuerzas españolas, uno de los aeroplanos bombardeó el zoco de Arbáa de Targuist, ocasionando cincuenta muertos y más de un centenar de heridos. Manifiestan los ex cautivos que durante algún tiempo la finada cantínera Isabel Céspedes y otra cantinera de Dar Drius, llamada Cipriana, tuvieron a su cargo el lavado de ropa en la casa de Abd el-Krim, la cual hubieron de aban donar a poco de iniciarse el desembarco en Alhucemas, pues el cabecilla, para librarse de los efectos del bombardeo aéreo, recurrió en varias ocasiones a la vileza de hacer formar a los prisioneros.
Desde hace cerca de año y medio se encuentran también sufriendo las torturas del cautiverio una cantinera de la posición de la zona occidental «La Condesa», y sus dos hijas.

Creen los ex cautivos que la primera de ellas ha dejado de existir recientemente.


En la Hoja Oficial de la provincia de Vizcaya, el 7 de Junio de 1926 se recoge la liberación de algunos de los prisioneros de Abd el Krim

LOS PRISIONEROS LLEGADOS A MELILLA

Ayer facilitaron la siguiente nota:
«Según comunica el comandante general de Melilla al presidente del Consejo de ministros, a las diez y ocho del día 4 llegaron de Tazza en los camiones enviados los ex prisioneros siguientes:
Soldados: Manuel Sáinz Antolino, Francisco Correa, Antonio Mateo Martínez, Isaac Parra, José Navao, cabo, Luis Gordillo, soldados Miguel Puey, José Sáenz Rodríguez, Francisco González Martín, Evaristo Vaquero, Rafael Roncero, Miguel Muñoz, Ignacio Paredes, Francisco Pérez Coronado, Ramón García González, Luis Rach Vicente, todos del batallón de las Navas.
Regimiento de Ceuta. — Soldados: Francisco Soto Santo, Martín Cibera y José Serrano González.
Intendencia.—José Garis, Mariano Ri- poll y Carlos Pelegrín.
Ingenieros.—Antonio Castro y José Ruiz Peláez.
Regimiento del Serrallo.—Francisco González Núñez, Manuel Serrano Torre- mocha, Bartolomé Espina, Manuel García Pérez y Vicente Calero Pérez.
Cazadores de Galicia.—Samuel Vázquez López, Tiburcio Alonso Fernández y Gerardo Aguidín.
Regimiento de Sicilia.—Juan Escor y Germán Lecuosa.
Regimiento de Sevilla.—Martínez Expósito.
Tercio.—José Gelabert, Lnis Sánchez Martín, Benigno Ripalda, Pedro Anillo, Germán Frase, Aquilino Ochando, Francisco López Carrillo, Francisco Núñez Molina, Antonio Ríos Santiago; cabo Faustino González Longo; soldados Alberto Querol, Fancracio Mario Pesa- vente y Francisco Adriano Fernández.
Paisanos. — José Márquez Onceti y Manuel Martínez.
Mujeres.—Cipriana Aza Membreros, Dolores Moreno Rodríguez, Remedios Moreno Fernández y María Jiménez Gallardo.
Niños.—Francisco Coledo, Ambrosio Andrés, Saturnino Colina, Luis Rovira, Manuel Cardona y Francisca Fajardo.
Los militares han sido acuartelados y aislados, y los paisanos, mujeres y niños han sido hospitalizados en la plaza.
El auditor de, Guerra ha comenzado a instruir información cerca de los paisanos. Mañana lo hará con los militares».


Y en el mismo diario, el testimonio de una de las cantineras acerca de la fatal suerte de Isabel:

LO QUE CUENTA UNA DE LAS PRISIONERAS

MELILLA. — La cantinera Cipriana Aza, que estuvo sirviendo en casa de Abd-el-Krim, refiere pintorescos detalles del cautiverio. Estuvo dedicada a coser y lavar y también actuó de nodriza, pues el cabecilla la dedicó a criar a un hijo suyo, al que Cipriana daba leche de una vaca que tenia Abd-el-Krim en un patio. Además, Cipriana llevó al hijo de Abd-el-Krim durante dos años a la usanza mora, y afirma que la criatura lloraba mucho y durante la noche no la dejaba dormir.
Abd-el-Krim está casado con dos mujeres llamadas Mimona y Fátima; de la primera tiene dos hijos, y uno de la segunda. También el hermano de Abd-el- Krim se ha casado con dos mujeres llamadas Aisa y Fátima; todos viven juntos y tienen como servidores sesenta moros y moras.
Cipriana Aza y otra excautiva, María Jimenéz, que también estuvo cosiendo en las casas de Abd-el-Krim y “el Pajarito“, refieren que éste está casado con una hermana del cabecilla, que se llama Ramba, la cual se expresaba frecuentemente con gran violencia y afirmaba que si hubiera sido Sultán como su hermano hubiera colocado a todos los prisioneros españoles de blanco para que las tropas los mataran.
Tanto Cipriana como María discutían con ella y con otras tres hermanas del cabecilla llamadas Fátima, Camina y Alcaya. Dicen que la cantinera de Dríus, Isabel Céspedes, murió durante el cautiverio,- y también prestó servicio en la casa del cabecilla.
En una ocasión, Cipriana se hallaba en casa del “Pajarito“, y éste la hizo sentar sobre una lujosa alfombra; el “Pajarito“ cogió un periódico y le dijo: “Voy a leerte algo de política“.
Otra vez Cipriana le dijo al cabecilla: “¿Con quién haría usted la paz, con Francia o con España?“ Y el cabecilla contestó: “Con España, pues allí adquirí alguna educación“.
Pasados algunos días, el cabecilla se expresó ante Cipriana en distinto tono: esto ocurría después del desembarco de nuestras tropas en Alhucemas.


Una de las mujeres de la imagen (sin identificar) es Cipriana Aza, la cantinera de Kantussi liberada tras 3 años de cautiverio. Isabel no fue tan afortunada. Descanse en paz como tantos otros anónimos quienes dejaron de existir en el Rif, sin motivo ni razón.

O lo que es peor, por 1600 miserables pesetas.

Mujeres y niños prisioneros de Abd-el Krim. Fotografía publicada en El Sol, el 2 de Junio de 1926.

1 comentario en «HISTORIAS DEL RIF: La Cantinera de Dar Drius»

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